Geopolitica_mundial

¿Quién domina el mundo? Aunque nos pueda parecer extraño, si queremos entender qué manos mueven los hilos que manejan el mundo, nos podemos fijar en ciertas actitudes que todos hemos podido ver y sentir en un patio de un colegio. Esta afirmación puede parecer un disparate, pero veamos hasta dónde llega este presunto despropósito.

Todos los centros escolares se caracterizan por tener a unos niños y niñas que son capaces de tener bajo su control e influencia a un pequeño círculo de compañeros. Son los dominadores de una clase o de un curso completo. Son conocidos, respetados y temidos por los compañeros con los que comparten espacio en las aulas y en los patios de recreo.

Este orden de poder escolar se percibe, sobre todo, en los patios de juegos. Allí se puede observar con claridad quienes tienen esa capacidad de influir sobre los demás. Este potencial de poder sobre los compañeros puede ser el resultado de una o varias circunstancias que identifican a esta persona, como puede ser: la fortaleza física, la habilidad en la práctica de deportes populares, una facultad innata de liderazgo, la pertenencia a una familia poderosa o influyente, la facilidad de palabra, ser uno de los preferidos de los maestros, o simplemente, por pura maldad y/o astucia.

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Matones en el patio del colegio

Estos personajes, en general, son los incitadores de gamberradas, los responsables de organizar actividades a espaldas del profesorado y que, seguramente, vulneran las normas del colegio. Son los que, de manera perversa, son capaces de agredir física o psicológicamente a sus compañeros más vulnerables, menos dotados o agraciados que ellos.

Estos “pequeños diablos” se suelen rodear de otros niños que buscan protección y reconocimiento y que se sienten felices por su cercanía al líder. Son los que le ríen sus gracias y trastadas, le animan y le jalean cuando actúan contra sus víctimas.

También puede haber algunos otros que se resistan a ser influidos por el grupo de poderosos y prefieren mantenerse al margen, y que se les respete su independencia del grupo, aunque puntualmente pueden interesarles mantener alguna alianza con el prepotente de turno.

Lo mismo se podría decir de muchas colectividades en las que sus miembros pasan tiempo juntos, como por ejemplo una peña deportiva, un cuartel, incluso en el lugar de trabajo. Y, de la misma manera, sucede en el ámbito internacional donde existen países y organizaciones que son verdaderas potencias con capacidad suficiente como para influir en decisiones que van a afectar a muchos países e incluso a millones de personas.

Así pues, podemos decir que no hay nada más hipócrita y cruel que la política internacional, donde las decisiones no se toman en función del bien de la humanidad, si no que cada decisión, cada acto está pensado únicamente en función de los intereses, efímeros y cambiantes, de los países más poderoso, al igual que el matón de turno del colegio.

Pero si nos fijamos en la política nacional, ocurre tres cuartos de lo mismo, se actúa sin miramiento, de manera despiadada, donde el último fin es debilitar y expulsar al adversario del poder, antes que pensar en el bien de los ciudadanos.

Pero la geopolítica, donde mejor y más claramente se mueve es en el ámbito internacional. Es aquí donde se ve claramente que a nivel mundial no hay un fin común, al menos permanente, y que los intereses de los países son efímeros y cambiantes. Esto nos lleva a comprobar que las alianzas, las amistades o las enemistades cambian y desaparecen con tanta volatilidad y rapidez que los países viven en constante estado de rivalidad entre ellos, incluso a pesar de pertenecer a organismos en los que la cohesión de sus miembros debería ser un estandarte indiscutible. Podemos poner por ejemplo a la Comunidad Económica Europea, donde las patadas por debajo de la mesa, entre sus integrantes, han existido desde su fundación.

Y como muestra otro botón. Ni siquiera los peligros o amenazas comunes y a nivel mundial, como es el cambio climático, sirven para que todos los países remen en una misma dirección. Se ve claramente que, en función de las ambiciones de cada uno, sobre todo de los más fuertes, las decisiones que se adoptan están tomadas únicamente en nombre de sus propios intereses. Parece que cada uno mira a su propio ombligo y solo piensa en su propio bien, aunque esto último sea más que cuestionable, ya que ese bien parece más dirigido a satisfacer los interese de ciertos lobbies, que al bienestar de la ciudadanía de ese país.

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Al igual que en los colegios, los fuertes hacen lo que quieren y los débiles o los menos agraciados sufren sus abusos. Es decir, a nivel internacional, hay distintas capacidades para ejercitar ciertos niveles de influencia sobre otros países. Los poderosos pueden ejercer su poder a nivel regional o global, mientras que los afectados por esta influencia lo pueden ser a diferentes niveles (militar, económico, tecnológico, etc.) y pueden subordinarse a los poderosos para sentirse apoyados o reconocidos, igual que en un colegio.

Los países que, por el motivo que sea, no se sienten poderosos procuran situarse bajo la protección de una potencia superior, que les garantice tanto su seguridad como su inmunidad. Esto es lo que ofrecen las potencias nucleares o los miembros del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas. Como ejemplo, una escandalosa muestra entre las innumerables que podríamos encontrar. Rusia y China, pero sobre todo esta última, ha protegido a Sudán y en particular a su presidente Omar al Bashir, hasta la revolución que lo derrocó en 2019, a pesar de que la Corte Penal Internacional emitió en marzo del 2009 una orden internacional de detención por crímenes contra la humanidad. ¿Qué ganó China? Acceso al crudo y a las cosechas de las tierras cultivables, muy ricas, del Sudán. Así se podrían poner ejemplos para todos los gustos, colores e ideologías.

Así que, cuando un país considera que no tiene poder suficiente se alía con otros para ganar peso geopolítico. Ya lo dijo en su día Otto von Bismarck, primer ministro de Prusia y canciller de Alemania en el siglo XIX: «Los pueblos que se aíslan por completo, creyéndose que se bastan por sí solos para la defensa de su patria e intereses, llegarán a desaparecer, abrumados bajo el peso de las demás naciones».

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Otto von Bismarck

Cuando un país se acoge bajo el paraguas de otro, la subordinación puede alcanzar tal grado que muchos se dejan arrastras y llegan a participar en conflictos bélicos ajenos completamente a sus intereses, y aquí incluimos también a potencias medias. Acordémonos del trio de las Azores: Bush, Blair y Aznar y de sus consecuencias para millones de personas sin que al final aparecieran las armas de destrucción masiva de Irak. En muchas ocasiones, lo único que estos países satélites consiguen es ganarse nuevos enemigos de los que no tenían ninguna necesidad. Y esto puede acarrearles desde atentados en su propio territorio, como nos pasó en España o a una convulsión social por la falta de aprobación por parte de la ciudadanía a este tipo de apoyos, como también ocurrió en nuestro país.

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Trío de las Azores

También hay casos, como en los colegios, de países que se quieren mantener alejados de los poderosos y prefieren mantenerse aislados como es el caso de Corea del Norte. Son los que son considerados por el resto como rebeldes e irresponsables y no les queda más remedio que mantener sus propios sistemas políticos y sociales y defender su supervivencia en solitario y en contra de todos.

A principios del siglo XX, la Sociedad de Naciones encargó un estudio a Moritz Bonn y André Siegfried sobre cómo la economía afecta a la paz mundial. La conclusión es patética, pero muestra una curda realidad. Se podría decir que el que no tiene, quiere tener; el que tiene, persigue tener más; y el que tiene mucho, solo desea que no se lo quiten. Algo que sucede de manera universal, tanto a individuos como a Gobiernos como a Naciones, y no es más que el reflejo de la imperecedera ambición y del eterno egoísmo propios del ser humano.

La lucha ha sido siempre por el poder, el estatus, el dominio, el control de las personas y de sus recursos y riquezas, y para ello constantemente se ha empleado todos los medios disponibles en cada momento. Se ha hecho siempre lo que fuera y si la violencia era el medio más efectivo para ganar en cualquier conflicto, nunca se ha dudado en emplearla. Nicolás Maquiavelo hace cuatro siglos afirmo que es mejor ser temido que querido.

Nicolas_Maquiavelo
Nicolás Maquiavelo

Podríamos decir que en las, siempre complejas, relaciones internacionales no hay ni buenos ni malos. Cada uno persigue exclusivamente su propio interés del momento. A los más débiles, cuya influencia mundial es mínima o inexistente, solo les queda analizar lo que les puede beneficiar o perjudicar las acciones de las grandes potencias, e intentar amoldarse al momento para obtener el mayor beneficio posible, o el menor perjuicio, para su nación. Por tanto, podemos decir que en geopolítica nada es bueno ni malo por sí mismo, sino en cada momento podrá ser beneficioso o perjudicial, según el bando en el qué te hayas situado. Hay que tener siempre en cuenta que la geopolítica es un escenario donde reina la hipocresía y el cinismo.

Hipocresia_Cinismo

Desde el comienzo de los tiempos ha existido la geopolítica y hay unos principios que siempre han estado presentes constantemente; menciono solo un par de ellos.

1.         El Estado es un ser vivo. Como si fuera un organismo, nace, lucha por sobrevivir, se desarrolla, trata de influir en otros estados, entra en decadencia y llega a morir. Cuando esto se produce aparece un nuevo sistema social. Además, como tal ser vivo, es actor y responsable de su propio destino.

2.         La economía manda. Lenin, decía que «la política es la expresión concentrada de la economía», idea que sigue siendo válida en el momento actual, y que siempre, a mi entender, lo será, pues el dinero, las riquezas, es decir, los aspectos económicos han sido siempre el motor principal de las relaciones de todos los dirigentes y de los estados. El dinero influye totalmente en la geopolítica ya que quien tiene dinero, tiene bajo su influencia y en su bolsillo a quienes no lo tienen.

Hace unos años se pronunciaba una frase cuando se quería buscar el desenlace a un misterio oculto y de difícil solución, que podría sonar hoy en día como machista, me refiero al célebre dicho de “chercez la femme”.  Para entender quién domina el mundo, no tenemos que buscar a la mujer, tenemos buscar a los poseedores del dinero y para que los mueven.

Si nos fijamos en las familias más ricas del mundo:

1.         Familia Walton (EEUU)

2.         Familia Mars (EEUU)

3.         Familia Koch (EEUU)

4.         Familia Hermès (Francia)

5.         Familia Al Saud (Arabia Saudí)

6.         Familia Ambani (India)

7.         Familia Wertheimer (Francia)

8.         Familia Johnson (EEUU)

9.         La Familia Boehringer-Von Baumbach (Alemania)

10.       La Familia Albrecht (Alemania)

Y si a esto añadimos a algunas de las personas más ricas del mundo:

1.         Elon Musk

2.         Jeff Bezos

3.         Bernard Arnault

4.         Bill Gates

Aunque las cifras que representan el nivel económico de estas familias y personas siempre han sido muy imprecisas, resulta evidente que su poder económico es gigantesco, sin ninguna duda es mayor que las de cualquier país del mundo.

Familias_más_ricas_del_mundo

Si al final el poder está en el dinero, en la economía, esto supone que es tal la superioridad individual o colectiva que representan que no es difícil imaginar hasta dónde puede llegar su capacidad para influenciar y presionar a naciones y a gobiernos enteros, por muy poderosos que sean. Aunque su presencia no sea palpable y, en general, permanecen alejados de los focos mediáticos, no creo que nadie dude de la capacidad real que tienen para intervenir en decisiones claves de alcance mundial. Personalmente no tengo ningún reparo en afirmar que mandan más que los propios gobernantes de cualquier país.

No nos podemos imaginar el poder que tienen, por poner un ejemplo, las 10 empresas petroleras más grandes del mundo: Gazprom, Rosneft y Lukoil las tres de nacionalidad rusa, ExxonMobil y Chevron de EEUU, PetroChina de China, BP y Royal Dutch Shell de Reino Unido, Petrobras de Brasil y Total SA de Francia. Son de sobra conocidos las ingentes cantidades de dinero que han gastado y gastan en la actualidad los lobbies financiados por estas empresas, para limpiar sus nombres de las innumerables tropelías y catástrofes medioambientales que han provocado y para influenciar y cambiar la opinión pública y dirigirla hacia sus intereses.

Lobby_petroleo

Pero de peor calaña me parecen las empresas que dominan el mercado mundial de grano, cereales y leguminosas, ya que, sus decisiones conllevan hambrunas y la muerte a millones de personas, de los países más pobres, con absoluta impunidad. Este mercado está dominado, prácticamente en su totalidad, por cuatro grandes corporaciones: ADM y Cargill de EEUU, Bunge de Brasil y Dreyfus de Francia. Estas corporaciones directamente, a través de empresas subsidiarias o por medio de lobbies financiados por ellos, tienen la capacidad de establecer a escala mundial los precios de alimentos tan básicos como el arroz, el maíz, el trigo o la soja, y todo ello sin que los gobernantes que, debería trabajar por los intereses de los ciudadanos, puedan hacer nada o casi nada para impedirlo.

lobbyes_mundiales
El poder oculto de los lobbies

Por último, voy a exponer otro ejemplo que demuestra que el dinero manda sobre cualquier otro interés, por legítimo que sea. En Afganistán se ha cultivado tradicionalmente la adormidera, de la que se extrae el opio desde tiempos inmemoriales.  Esto ha sido así hasta que los talibanes lograron el poder y prácticamente erradicaron su cultivo por considerarlo contrario al islam. Sin embargo, a partir del 2001, año en que Estados Unidos invadió el país, no ha dejado de crecer su cultivo, logrando alcanzar cifras de auténtico escándalo y más teniendo en cuenta que los beneficios servían para financiar la guerra contra los talibanes. Parece ser que hubo un estudio del Ejército de Estados Unidos según el cual el cultivo del algodón era mucho más rentable que el opio por la gran producción que se podría alcanzar con una excelente calidad. Dicho estudio, quedo en el olvido cuando los productores estadounidenses de algodón tuvieron conocimiento del mismo e, inmediatamente, pusieron en marcha todos los mecanismos de presión a su alcance para evitar que un algodón de calidad y muy barato, como el de Afganistán, les hiciera una brutal competencia que los podría llevar a perder su negocio y por tanto a la ruina. Sin embargo, nadie objeto la adicción y problemas que causan las drogas.

Cultivo_del_opio

Como dijo Henry Kissinger, por cierto, gran lobista y político que no quiero calificar: Controla los alimentos y controlarás a la gente; controla el petróleo y controlarás a las naciones; controla el dinero y controlarás el mundo.

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