El_sueño_de_la_razón_produce_monstruos

Año 1799. Un Francisco de Goya que aún no se había desilusionado con la deriva de la Revolución Francesa ni se había horrorizado con las invasiones napoleónicas, un Goya, por tanto, aún imbuido del espíritu de la Ilustración, traza las líneas del aguafuerte “El sueño de la razón produce monstruos”.

Desde los inicios de la Edad Moderna asistimos a un lento pero imparable cambio en la mentalidad europea que desembocará en una reivindicación de la razón sobre el pensamiento mágico y lo irracional, sobre lo místico y los sofismas e, incluso, sobre la intuición. Los filósofos renacentistas, que en un principio sólo querían volver al pensamiento de las grandes escuelas griegas, dieron los primeros pasos; sin embargo, fue Descartes el que inició una reconstrucción de la ciencia y el conocimiento desde sus cimientos; nace con él la Filosofía Moderna. Pronto el cartesianismo se extendió por toda Europa, a pesar de los recelos de las universidades en manos de los escolásticos. A sus primeros discípulos (Spinoza y Leibniz entre otros) les siguieron muchos otros. Por la misma época, Galileo iniciaba su propio camino en la ciencia.

La razón es una metodología cuyo máximo exponente es el método científico, pero también el núcleo en torno al que gravita una ideología (el racionalismo y, poco después, el empirismo). Filósofos como Kant o Habernas la ensalzan al tiempo que llaman a abandonar otras formas de pensar como, incluso, el deductivismo clásico. Todo esto llega a su culmen con la Ilustración, cuyos temas transmitirá nuestro pintor en sus “Caprichos” (o en parte de ellos, pues las primeras láminas abordan temas más costumbristas).

Los_caprichos_de_Goya

Podríamos interpretar el racionalismo como la forma de pensar que aboga por la linealidad del pensamiento, la reducción a principios mecánicos y a dejar el plano sentimental a un lado. Debemos observar, sin embargo, que este racionalismo, plenamente aplicable y hasta deseable en el estudio de los fenómenos naturales, debe ser suavizado en otros campos; así, por ejemplo, en el arte, aunque no debemos olvidar que suele obedecer a otras finalidades últimas (políticas, religiosas, moralizadoras o influir en las mentalidades) se mueve en el plano de la estética y el sentimiento.

Goya, al que le tocó vivir entre la agonía del Antiguo Régimen y el nacimiento de una época concebida a la luz de los ideales Ilustrados, nos presenta a un hombre dormido sobre una mesa de trabajo (algunos afirman que es el propio pintor) rodeado de criaturas nocturnas que avanzan desde el fondo hacia él; un gato y un lince contemplan la escena impasibles.

Este aguafuerte fue interpretado de muy diversas formas. Quizás, para decantarnos por una u otra (o por varias, pues el arte suele prestarse a múltiples lecturas) debemos transitar por los manuscritos de la época.

El manuscrito de Ayala interpreta la obra como una advertencia de que la fantasía, abandonada de la razón, produce monstruos (no puedo evitar añadir aquí, “para ejemplo los fanatismos religiosos”), sin embargo, si conseguimos que la razón domestique a esa fantasía, el resultado es el arte.

Otro manuscrito que descansa en la Biblioteca Nacional señala que cuando los hombres no se guían por la razón todo son visiones (de nuevo añadiré, llevada por mi tendencia al escepticismo, “entre teorías de la conspiración y creencias pseudocientíficas tenemos más ejemplos que los deseables”)

Teoría_de_la_conspiración

Goya nos presenta una lámina con una doble interpretación. Por una parte, ensalza la razón como antídoto contra la ignorancia, como aquello que nos hace vencer los miedos atávicos y las pasiones. Sin embargo, no debemos olvidar un segundo papel: moldear lo fantástico y lo emocional en lugar de destruirlos.

La naturaleza humana es ambas cosas. Tenemos una parte puramente intelectual, racional, que nos distingue del resto de los animales y que nos permite hacer ciencia, avanzar tecnológicamente y establecer reglas universales; sin embargo, tenemos también nuestra parte emocional, sin la cual dejaríamos igualmente de ser humanos (recordemos que el pensamiento simbólico, que también nos diferencia de otras especies, nos acompaña desde la noche de los tiempos).

Lo racional y lo emocional no deben concebirse como antagónicos sino como una suerte de dos instrumentos que debemos emplear a la vez para tomar decisiones en nuestra vida. Ambos deben estar en equilibrio

simbolismo

Pero a lo racional no sólo se opone lo emocional y la fantasía, sino, también, la intuición (entendida esto como la facultad de entender las cosas instantáneamente y que algunos relacionan con la emoción, aunque viene a ser una especie de “razón automatizada” cuya sede está en la amígdala mientras que la experiencia emocional se produce después de la intuición propiamente dicha).

Esta nunca debe sustituir a la razón. Tuvo su papel en la evolución (si uno de nuestros ancestros veía moverse unas ramas, tendría más posibilidades de sobrevivir si, en lugar de sopesar todas las posibilidades, simplemente salía corriendo pensando que era un depredador y después, ya a salvo, hacer lo que considerase). La intuición es un proceso mucho más rápido que el procesamiento lógico, pero sus conclusiones son más imprecisas y las posibilidades de equivocarse mayores.

Cuando entra en juego la intuición, nuestro cerebro compara la situación actual con otras pasadas y nos impulsa a actuar, de forma inconsciente. Sin embargo, aun cuando nos creamos intuitivos, guiar nuestros pasos sólo por la intuición nos puede llevar a errores garrafales. La intuición debe ser un primer paso, pero luego debe entrar de nuevo en juego la razón para confirmar o negar lo que la intuición nos indica.

Esto no excluye que a veces ambas sean necesarias para resolver un problema o alcanzar el conocimiento de algo; en estos casos la intuición aporta un soporte que da pie a una reflexión racional y pausada (buen ejemplo es el caso de la “inspiración” en el campo de la ciencia que nos señala la solución a un problema complejo pero que debe ser comprobada y sometida al método científico). Otras veces la intuición actúa como un proceso de emergencia más rápido pero impreciso que la razón (si se nos acerca un desconocido a paso ligero no nos paramos a sopesar todas las posibilidades, sino que actuamos guiados por lo que intuimos y, por qué no reconocerlo, por cierta alarma).

desconocido

Si la emoción no domesticada por la razón nos podía hacer caer presa de los fanatismos y del desconocimiento, la intuición no sometida a la razón nos puede llevar a los prejuicios y estereotipos. Por otra parte, si la emoción guiada por la razón nos daba el arte, la intuición nos da la posibilidad de iniciar un proceso racional o de actuar rápidamente cuando es necesario.

Tanto la Ilustración como la masonería se propusieron disipar las tinieblas mediante las luces de la razón. Esto hizo que no sólo hubiese coincidencias en la ideología, sino también que muchos ilustrados fueron masones.

Quiero hacer referencia al Hno.·. Khause (expulsado de su logia y actualmente rehabilitado cuya influencia fue decisiva en el Instituto de Libre Enseñanza gracias a sus discípulos). Buena parte de su filosofía es reflejo de las ideas de libertad, igualdad y fraternidad universales, tan conocidas en las logias masónicas y procedentes, al fin y al cabo, del pensamiento Ilustrado (que, todo hay que decirlo, debe mucho a la filosofía de Kant y su idea de la autonomía moral del individuo y de su convencimiento de que la razón nos llevaba no sólo al conocimiento de la verdad, sino también a tomar decisiones éticas).

libre_enseñanza

Para Khause, la Masonería es la única institución cuya finalizad es que el hombre cultive de forma completa y pura (a diferencia de iglesias o estados, que sus finalidades de formación humana son sólo parciales); a partir de ahí, nos trasmite un ideal de sociedad cuyo fundamento último es aquello que une a los hombres por encima de sus diferencias y que a su vez permite el perfeccionamiento, desarrollo y armonización de las peculiaridades de cada individuo.

Goya, en su aguafuerte, con una sola imagen nos resumió los diversos papeles que juega la razón en el progreso humano. Esta debe guiarnos, tanto cuando pretendemos conocer la realidad como cuando debemos tomar decisiones éticas; sin embargo, no debemos desechar lo emocional y lo intuitivo, siempre y cuando, estos, no impliquen un abandono de lo racional (Goya no juzga a los monstruos, sólo los expone). Como pie de estampa, el propio Goya escribe: “La imaginación abandonada por la razón produce monstruos imposibles; unida a ella, es la madre de las artes y fuente de sus maravillas”.

Los Ilustrados tenían una inquebrantable confianza en el poder de la razón para desterrar tanto vicios como errores y, a su vez, propagar la luz. En el aguafuerte, podemos leer en el anverso del escritorio “sin la razón, el mal y la corrupción prevalecen”.

propagar_la_luz

Sin embargo, podemos interpretar el cuadro de forma pesimista y hacernos eco una de las interpretaciones recogidas por el Museo del Prado, según la cual el autor muestra su amargura por el fracaso de la razón. Hoy también podríamos caer en ese mismo pesimismo ante los sucesos que nos afectan, sea un auge del fanatismo religioso y político, la proliferación de creencias completamente ajenas (sino desmentidas) por la ciencia, a una sociedad que no sabemos muy bien hacia dónde camina y unos engranajes geopolíticos que están cambiando y no sabemos hacia donde nos dirigirán. Considero, empero, que la realidad es cambiante, que, como me dijo cierto Hno.·. la humanidad avanza a pesar de momentos de aparente retroceso y que, en esta andadura, es la luz de la razón la guía más segura para llegar a buen puerto.

Dejadme recordar a una profesora mía de Historia que solía repetir “Ojalá no nos toque vivir tiempos interesantes”, parece, queridos hermanos, que nos ha tocado vivirlos, intentemos, al menos, comprenderlos, a la luz de la razón.

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4 comentarios

  1. Muy interesante, esta entrada del Blog. Comienza caracterizando la cuestión entre razón e intuición o la razón y la fantasía como opuestos. Serían el número uno y el dos según los entendemos los masones en el primer grado, a los que les falta un número tres.
    Fue un gran avance para la humanidad la Ilustración que superó a la Edad Media dominada por el fanatismo religioso y la teocracia. La Ilustración da lugar a la Sociedad Moderna, con todos los beneficios que esto tuvo para la humanidad, ya que los Derechos Humanos y la Democracia no serían posibles sin el triunfo de la Ilustración.
    La masonería es hija de la Ilustración. su fundamento teórico comienza com Descartes y culminará en Kant y, más adelante, en Hegel, que son los filósofos de la razón, de la Ilustración.
    Por cierto, los masones frecuentemente nos olvidamos de Fichte, discípulo de Kant y uno de los filósofos más relevantes de la masonería. En su obra “Cartas a Constant”, poco difundida entre masones, hace una verdadera tesis de filosofía de la masonería.
    La Ilustración tuvo como antagonista a las fuerzas de la reacción, a los que negaban la libertad y pretendían el regreso al absolutismo y a la teocracia. También fue criticada desde otro punto de vista, la Ilustración es madre de la sociedad moderna, el liberalismo con todos sus defectos, como el afán de lucro y que se perdieran valores antes más ponderados.
    También cuestionan las bondades de la Ilustración los por Ricoeur llamados filósofos de la sospecha, como Freud, para quien la razón no lo es todo ya que lo que uno piensa con su mente racional es sólo una parte de lo que ocurre; también Marx, que advierte de que, pese a las bondades de la razón, se generan desigualdades, por lo que la Ilustración tiene sus límites. O Nietzsche, que pone en cuestión los valores morales imperantes.
    Curiosamente el método simbólico de la masonería no es meramente racional, tiene mucho de intuición; está en la síntesis de ambas. La ilustración, esa mentalidad racional, necesita el contrapunto de la imaginación, la intuición y la emoción; de esta forma conseguiríamos la síntesis del número tres que es lo que perseguimos los masones.

    1. Me parece que Fichte no estaría demasiado contento si hubiese leído a Adolfo Alonso Carvajal, un autor que desmitifica muchos de los postulados de Fichte en relación a la Masonería. Bien es cierto que estos dos autores representan la dualidad que plana sobre la realidad de la Masonería hoy en día, sea en España o de carácter más internacional. Es una auténtica pena que como dice XA no se difunda Fichte entre las logias, pues abre mucho campo de reflexiòn y antagonismo con ciertas visiones actuales de la Masonería

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