Yvette RAMON Grado 33 REAA
Primero, debemos presentar brevemente la Francmasonería.
Nació hace algunos siglos, unos lo datan de principios del siglo XVIII en Inglaterra, otros piensan que es heredera de los constructores de la Edad Media, otros piensan que es anterior a estos tiempos.
Sabemos que unos pocos eruditos, en territorio británico, en la época de Newton, se agruparon en una organización que aún existe: la Royal Society, que quería reflexionar en silencio, sin ser vigilada constantemente, tanto por la policía de los reyes como por la de los sacerdotes, a sus descubrimientos, pero también a sus ideas sobre la concepción del mundo.
Sea como sea, la masonería se desarrolló en Inglaterra, Escocia, Irlanda, y cruzó el Canal de la Mancha para llegar al continente europeo.
La masonería, en la actualidad, es muy diversa, pero cada organización masónica dice claramente, en sus textos fundacionales, que quiere trabajar en fraternidad para mejorar al ser humano, mediante uno o más ritos que permitan salir de la vida cotidiana y de los problemas que le aquejan a cada uno en su vida personal.
La iniciación es el punto de partida de la vida masónica, con un proceso similar en la mayoría de las Obediencias. De hecho, la iniciación es solo el punto de partida para un proceso de estudio, de autoconocimiento, de discusiones con personas que no necesariamente están entre nuestras amistades, todo lo que puede permitir una mejor armonía en nuestras sociedades.
Trabajamos en la calma de nuestras Logias, por eso la Masonería está catalogada como secreta. De hecho, en la era de Internet, ya no hay nada secreto, los masones se reúnen en la serenidad tranquila de sus locales y reflexionan juntos sobre la evolución del pensamiento, sobre la evolución de la sociedad.
¿Por qué la CILÉ, entonces, si todo parece tan perfecto?
Toda asociación está, en el contexto actual, dirigida por personas elegidas generalmente, por unos mandatos más o menos largos. ¡Algunos tienen mandatos que duran 10 o 15 años!
La Masonería no es una excepción.
Las obediencias masónicas tradicionales tienen una estructura administrativa, más o menos engorrosa, y los líderes, a veces, tienen una actitud que se aleja de los fundamentos masónicos que exigen libertad, igualdad y fraternidad.
Dejamos nuestra obediencia porque allí ya no se escuchaba a nadie, porque la Fraternidad desapareció, dando paso a la hipocresía y a las rivalidades, y también porque no nos interesan las luchas por poderes ilusorios.
¡No queremos una Masonería que desde arriba desprecie a la Masonería de abajo!
Siendo nuestro lema Libertad, Igualdad, Fraternidad, queremos que cada uno de nosotros aprenda, sin restricciones, a tener un espíritu libre. Queremos trabajar para aprender y transmitir la riqueza cultural del proceso iniciático, sin que nadie nos imponga cosas que nada tienen que ver con el planteamiento de un masón.
Queremos que nadie impida nuestro progreso ético, espiritual, rico en nuestra internacionalidad fraterna y que sea obstaculizado por circulares, dictados, amenazas también… cuando buscamos la libertad, la realización y la igualdad de trato.
Queremos una Masonería limpia, fiel a sus compromisos, sincera y verdadera, que potencie sus HHnos.·. y HHnas.·. y que permita discutir en confianza, fraternalmente.
Por eso hemos concebido una Regla flexible que permite que cada uno progrese a su ritmo, que permite a un Hno.·./Hna.·. de Gijón asistir a una Logia de Mulhouse sin ningún problema, discutir nuestras ideas sin barreras, aceptar entre nosotros a personas sinceras, y por lo tanto, para comprender mejor el mundo que nos rodea tratando de mejorarlo con nuestro ejemplo.
Queremos una Masonería sin problemas de ego, nada más que sin problemas, una Masonería en la que estemos felices y orgullosos de trabajar juntos, de progresar, de ser mejores, y tal vez, de construir juntos una humanidad mejor.
Por eso construimos la CILÉ.
Yvette RAMON
No podría estar mas de acuerdo con sus palabras!!!