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La idea de tener un propósito es una necesidad humana casi universal, para todas aquellas personas, un masón también, que quieran tener una orientación que dar a su vida. Cualquiera de nosotros, cada uno con nuestras propias particularidades, con nuestras creencias, con nuestras responsabilidades, si no tenemos claro cuál es nuestro propósito vital, si en algún momento de nuestro viaje por este mundo no nos hemos parado a reflexionar sobre ello, probablemente terminaremos por sentir que nuestra vida carece de sentido y, cuando esto ocurre, es mucho más difícil encontrar un sentimiento tan necesario como es la felicidad.

Si nos paramos a reflexionar sobre la importancia de tener un propósito como guía para nuestros actos, nos daremos enseguida cuenta de que, si no lo tenemos, es muy fácil que exista discrepancia entre lo que somos, lo que queremos ser, lo que pretendemos conseguir y lo que hacemos con la vida, y esta carencia y las divergencias que nos puedan ocasionar en nuestros sentimientos y en nuestra conciencia, es una de las principales causas de insatisfacción personal.  

Por tanto, para cada persona el definir adecuadamente su propósito debería ser motivo de preocupación, ya que esto le permitirá alinear sus actos con sus deseos y, así, le resultará más fácil saber lo que debe y tiene que hacer.

No sería prudente, por mi parte, cuantificar cuantos individuos pasan y consumen su vida haciendo cosas sin ningún fin concreto ni meditado, pero, sin duda, hay muchos más de los que cabría esperar. Fijémonos en todas esas personas que no tienen ni un propósito claro ni definido, ni una visión que les guie, y que dejan pasar su vida inspirándose para sus actos, simplemente, en lo que les rodea, atendiendo a lo que otros hacen arrastrados por modas momentáneas, por tendencias que, en el mejor de los casos, tienen los días contados. En fin, persuadidos por esos falsos brillos que algunos, interesadamente, diseñan para aborregar la sociedad. Que fácil es, en estos casos, no ser feliz por aferrarse a lo que desde otras instancias les venden y pasar a ser pasto de mensajes engañosos, materialistas, que lo único que provocan es un anhelo artificial por lo que no se tiene, porque se nos ha creado una necesidad artificiosa de poseer cosas, la mayoría sin más que un valor material y perecedero.

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El propósito junto con los principios o límites tiende un puente imaginario que permite el tránsito de una persona hacia sus objetivos o hacia sus anhelos. El primero le da sentido a la vida y señala la ruta que hay que seguir para sentirla en plenitud. El segundo representaría los valores primordiales que no se pueden saltar ni se deben traspasar para no hacerse daño. Si volvemos al ejemplo del puente, serían las barreras que hay a los laterales de este y que nos protegen de eventuales caídas al vacío.

El día de mi ingreso a la vida masónica, al menos así lo viví yo en la cámara de reflexión antes de la iniciación, mientras meditaba sobre mi testamento masónico, pude leer un letrero que me intrigó profundamente. Allí, mientras pensaba lo que iba a poner en un folio, cuyas cenizas conservo guardadas en un sobre, rumiaba sobre el significado de esa palabra, me resultaba familiar, pero no recordaba que significaba.

Ponía V.I.T.R.I.O.L., y poco después supe de su significado. La palabra se compone de las iniciales de una oración latina: Visita Interiorae Terrae Rectificando Invenies Occultum Lapidem. Y, aunque sé que conocéis su significado lo voy a decir: Visita el interior de la tierra y rectificando encontrarás la piedra oculta; es decir, busca tu propósito para que puedas trabajar tu desarrollo como persona, y en nuestro caso para que trabajemos al progreso de la humanidad.

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Como todo o casi todo en Masonería, este acrónimo también tiene su simbolismo y su significado y sirve para hacernos reflexionar. En mi opinión, además de otras enseñanzas, “El Arte” te está diciendo que debes buscar el destino de tu vida y su significado para darle la dirección adecuada. Te recomienda que pienses en lo que quieres para los que te rodean, en el legado que les quieres dejar, en cómo debes vivir tu convivencia. Busca en tu interior, busca tu piedra, busca tu destino, busca tu camino.

Pero ponernos a pensar sobre el camino que debemos definir para nuestro propósito de vida no nos garantiza, per se, que lo alcancemos. Sí, como casi todo en este mundo, esto tampoco es gratuito, seguramente necesitaremos realizar un importante esfuerzo para lograrlo y, sin duda deberá venir acompañado de un serio compromiso, por nuestra parte, para no flaquear en el camino. Deberemos aprender a ser verdaderos masones, a pulir nuestra piedra bruta.

El propósito es algo que cada uno debe de trabajar para encontrarlo, no esperemos que de la noche a la mañana tengamos una revelación y nos aparezca ante nuestros ojos como por arte de magia y que el destino, si así lo hiciera sería bondadoso con nosotros, nos asigne una importante labor que cumplir. Si esperamos a que así ocurra lo más seguro es que la demora sea tan prolongada que termine en una verdadera frustración. Insisto, visita tu interior para poder trabajar tu piedra bruta.

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Pulir la piedra bruta

Un error que muchas personas cometen es ver el propósito como una idea única que nos permite movernos solo hacia una dirección, como si fuera un único faro en mitad de una oscura noche que nos permite acercarnos a nuestro puerto. En realidad, puede tener muchos aspectos y puede estar formado por diferentes matices, tantos como áreas de responsabilidad tenga una persona.

Para definirlo podemos sumergirnos y bucear en esas diversas áreas de responsabilidad que conjuntamente dan sentido a la vida de las personas. Como, por ejemplo: la familia, la economía doméstica, profesional o social, la salud, los conocimientos, la ética, la religión, el desarrollo de un negocio, el desarrollo personal o profesional, la política, la comunidad, los compañeros de trabajo, el propio trabajo, la masonería, etc. Varias fuentes que nos pueden surtir de ideas e inspirarnos para dar forma a los compromisos con los que llevar delante de manera satisfactoria nuestra vida.

Nos puede parecer que, una vez aclarado y delimitado el propósito, este permanecerá fijo e invariable a lo largo del tiempo. Pude que así ocurra, pero se pueden dar circunstancias alrededor de nuestra vida que nos aconsejen revisarlo o incluso modificarlo.

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Busca tu destino

La vida de cualquier persona puede pasar por diferentes etapas que requieran diferentes focalizaciones. Las circunstancias que atender y el propósito no serán las mismas, por ejemplo: cuando somos estudiantes, cuando esperamos un hijo o cuando lo único que nos preocupe sean las visitas de los nietos.

Definir nuestro propósito nos pueda dar la sensación de que es algo difícil, nos puede parecer algo complicado o complejo, pero realmente no lo es tanto. Siempre es más fácil empezar buscando un punto de partida en algunas de las áreas de responsabilidad que nos sea más sugerente e ir desarrollando las ideas que nos surjan. Si perseveramos en este trabajo poco a poco ira tomando forma, pero no tratemos de alcanzar la perfección ya que seguramente, con el paso del tiempo, ira evolucionando y desarrollándose al igual que nuestra persona. Y si no te gusta cómo está quedando con cada golpe a tu piedra bruta, cambia el ángulo desde el que la golpeas.

Para definirlo es necesario dar una serie de pasos.

Se puede comenzar buscando en nuestro interior haciendo una introspección personal, acerca de la propia forma de ser y de cómo vemos las cosas. También es necesario poner en claro los intereses que tengamos en el exterior a todos los niveles. Incluso tratar de averiguar qué es lo que puede interesar a otras personas de ti.

Al final trataremos de conciliar los diferentes puntos de interés y de encuentro que hayamos identificado entre nuestro mundo interior y exterior. Ahí será donde empecemos a trabajar nuestro propósito.

Se trata de identificar zonas de encuentro o de equilibrio entre cuatro referencias que podemos llegar a definir:

Tal que:

  1. Lo que de verdad te apasiona surgirá de entre tus competencias y lo que te gusta hacer.
  2. Tu trabajo lo deberías buscar a partir de tus competencias y por lo que un tercero te podría pagar por hacer algo (Ese tercero podrías ser tu).
  3. La vocación la encontraras cuando alguien te pague por hacer algo y sientas que ese trabajo es necesario para mejorar el mundo.
  4. Y, por último, entre los tres puntos anteriores encontraras tu misión.

Con los puntos comunes que tengas entre la pasión, el trabajo, la vocación y la misión, saldrán a la luz unos conceptos que podrás modelar hasta tener tu propósito. A partir de aquí deberíamos tener más claro lo que, gustándonos, pueda interesar al resto del mundo. Y, por último, pasar a la acción.

Buscando en nuestro interior y haciéndonos las preguntas necesarias, daremos un contenido a nuestra piedra bruta que podría ser nuestro destino, de modo que cada acción que emprendamos equivaldrá a un golpe del mazo sobre el cincel para ir puliéndola. Con cada mazazo quitaremos una arista a la piedra y al final iremos puliendo la piedra.

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Pero… Nos hemos parado a pensar, como miembros que formamos un taller masónico, ¿cuál es el propósito de nuestro taller? O simplemente venimos a trabajar por trabajar.

Como dijo Charles Chaplin: No debemos tener miedo a equivocarnos, hasta los planetas chocan y del caos nacen las estrellas.

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2 comentarios

  1. Reflexión muy interesante sobre qué hacemos en la vida, y por extensión, qué hacemos y como deberíamos actuar en el seno de un Taller masónico. Gracias por compartir.

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