Antonio Machado es un personaje bien conocido por todas las personas que han pasado por alguna escuela española durante los últimos 50 años, ya que es uno de los principales exponentes de la poesía española del siglo veinte y el más ilustre de los miembros de la denominada generación del 98. Nació en Sevilla en 1875 y murió en Colliure Francia en 1939, mientras huía de España por razón de la victoria del bando sublevado en la guerra civil española.

Su abuelo, Antonio Machado Núñez, Rector de la Universidad de Sevilla y gobernador de esta provincia con los progresistas, fue masón y venerable maestro de la logia Fraternidad Ibérica en 1872. Su padre, Antonio Machado Álvarez, también fue masón y utilizaba como nombre simbólico el de Demófilo. Fue un eminente folclorista. Aunque empezó su carrera universitaria en Sevilla fue trasladado a la Universidad central de Madrid y llevó a su familia con él. Por ello Antonio Machado fue educado en la célebre Institución Libre de Enseñanza fundada por Francisco Giner de los Ríos, de quien siempre se declaró discípulo, y que también es un conocido miembro de la masonería.

No consideramos objeto de esta plancha repasar su obra literaria, ya que es bien conocida y nos ocuparía más espacio del que disponemos para la realización de este trabajo, llevándonos lejos del tema que nos proponemos abordar.

Sabemos que Machado fue iniciado en la masonería a través de un artículo publicado por Emilio González López, un catedrático de Derecho Penal exiliado en Nueva York por su militancia republicana, en una revista masónica de lengua castellana que se publicaba en dicha ciudad en el año 1957 llamada “El sol de la fraternidad”. En ese artículo, titulado Antonio Machado y la masonería, González López dice:

Uno de los grandes espíritus generosos llenos de amor por la humanidad y de simpatía por sus semejantes, fue el poeta español Antonio Machado, figura cumbre de la poesía española contemporánea y de todos los tiempos. Machado antes de ingresar en la logia Mantua, logia madrileña de la Gran Logia Española, había mostrado siempre en todos y cada uno de sus poemas ese mismo espíritu fraternal por todo lo creado, por las criaturas humanas y por otros seres de la naturaleza animada e inanimada que constituye el fondo del alma masónica”.

González López también se había iniciado en la logia Mantua en 1925 y, después de haberse formado en Alemania, volvió a trabajar en ella, de la que fue, durante un tiempo, Orador. Uno de los motivos por los que existen pocos registros oficiales de la pertenencia de Antonio Machado a la masonería tal vez sea porque se inició en una logia de la obediencia denominada Gran Logia Española. Dicha obediencia masónica se constituyó en 1920 como consecuencia de la ruptura de la Gran Logia Regional Catalano-balear con el Gran Oriente Español. La logia Mantua fue la primera logia de esa obediencia que hubo en Madrid, ostentando el número 31.

El socialista Juan Simeón Vidarte, abogado y político español, vicesecretario general del PSOE entre 1932 y 1939, y secretario del Congreso de los Diputados durante la primera legislatura, que vivió exiliado en México desde 1939 hasta su muerte, escribe en sus memorias que Machado asistía regularmente a las tenidas semanales de la logia Mantua, cuyo secretario era Juan Gómez de la Serna, y cuyo venerable maestro era un eminente doctor de ilustre apellido que Vidarte omite en sus memorias por causa de la discreción masónica.

En el libro “Antonio Machado y Juan Gris. Dos artistas masones” , José A. García Diego ofrece más detalles sobre la composición de la logia Mantua. Él sí nos dice que el venerable de la logia por esos añoa era Paul y Almarza, ateneísta y descendiente del político republicano Paul y Angulo. Las tenidas tenían lugar en un hotelito con un pequeño jardín situado en la calle de Alcalá y nos cuenta que Antonio Machado no acudía a todas las tenidas, cosa que parece ser que en aquella época era bastante corriente, puesto que pasaba temporadas en Segovia dando clases y además tenía que atender a sus obligaciones como comediógrafo, asistiendo a las representaciones de sus obras de teatro cuando era necesaria su presencia.

Estos datos han sido recogidos, necesariamente, de testimonios orales puesto que en los archivos de la logia solo figuraban los miembros del Colegio de oficiales de cada curso masónico. La documentación escrita de la logia Mantua acabó formando parte del Archivo Histórico nacional de Salamanca y en ella, como decíamos, Antonio Machado no aparecía, lo que ha dado lugar en parte a esta duda suscitada sobre su condición masónica.

Cincuenta años después de la muerte de Antonio Machado se celebró en la Casa de Velázquez de Madrid un importante coloquio internacional organizado por la fundación que lleva el nombre del poeta. Figuraba entre los ponentes el hispanista francés Paul Aubert, que dictó una ponencia titulada “Gotas de sangre jacobina: Antonio Machado republicano”, en la que asegura, después de una minuciosa consulta en la base de datos del Centro de Estudios de Historia de la Masonería Española (CEHME) de la Universidad Carlos III, que no hay constancia alguna de que el poeta fuera masón. Lo único que pudo encontrar Aubert con referencia a esa cuestión es una carta suscrita por el director general de los Servicios Documentales de Salamanca, remitida el 18 de diciembre de 1957 a sus superiores, en la que se desestima la pertenencia de Antonio Machado a cualquier organización masónica. Dicha entidad, que centralizó la actividad represora durante los años que siguieron al término de la Guerra Civil, derivó después en Archivo General de la Guerra Civil y es en la actualidad Centro Documental de la Memoria Histórica, entre cuyos fondos se encuentran los miles de expedientes abiertos por el Tribunal Especial de Represión de la Masonería y el Comunismo (TERMC). El titular de dicho centro en los años cincuenta fue totalmente rotundo en la redacción de su misiva:

Consecuente a su atento escrito del Negociado Segundo y Antecedentes nº. 15857, de fecha 11 del actual, relativo a ANTONIO MACHADO RUIZ, tengo el honor de participar a V.E. que, hasta la fecha, no han aparecido antecedentes masónicos del citado individuo”.

Pero quizás la razón más probable del ocultamiento de la condición masónica de Antonio Machado que se ha producido durante tanto tiempo, además de estos motivos circunstanciales que hemos señalado respecto de la escasa repercusión de la Gran Logia Española y de la escasez de documentación encontrada en los archivos de Salamanca, es la voluntad política de recuperar la figura de Machado que se suscitó poco después de la victoria del bando franquista en la guerra civil. Si bien en un primer momento Antonio Machado, como todos los demás intelectuales partidarios de la República, fue severamente censurado y rechazado, en un momento dado, y parece ser que bastante pronto, Dionisio Ridruejo, un intelectual falangista con bastante influencia durante los primeros años del franquismo, se propuso recuperar la Machado, puesto que le parecía imposible rearmar la cultura española posterior a la guerra civil prescindiendo de grandes figuras que le daban prestigio internacional y talla intelectual de primer nivel. Me refiero entre otros a Antonio Machado, claro, pero también a Ortega y Gasset o Miguel de Unamuno. En el caso de Machado hubiese sido muy diferente la suerte que hubiese corrido su recuperación si se hubiese podido demostrar su pertenencia a la masonería dada la inquina que el franquismo y el propio dictador Francisco Franco profesaban a nuestra institución. Por ello resultó muy conveniente no hallar en los archivos el nombre de Machado,  y de esa falta de información se quiso deducir evidencia negativa.

Me parece, con los datos que hemos aportado, que resulta indubitado que Antonio Machado perteneció a la masonería y además no solamente fue iniciado sino que durante años desarrolló una constante actividad masónica. Desconocemos por la falta de registros si llegó a desempeñar algún oficio o el grado que alcanzó, pero lo que es innegable es que se trata de un hermano Mason y ello se hace palpable no solo en sus actos sino también en buena parte de su obra.

Me he propuesto no entrar en la obra de Machado puesto que si lo hago no saldré de ella en un largo tiempo y no era este el objetivo de mi trabajo de hoy. Don Antonio  trajo a colación la masonería muy poco en su obra. Solo encontramos a veces breves alusiones como de pasada a su condición masónica, como por ejemplo en estos versitos un poco satíricos:

En Santo Domingo

la misa mayor.

Aunque me decían

hereje y masón

rezando contigo,

¡cuánta devoción!

O en  este poema de temática onírica:

Recuerdos de sueño, fiebre y duermevela

Esta maldita fiebre

que todo me lo enreda,

Dormido estás: despierta.

¡Masón, masón!

Las torres

bailando están en rueda.

Los gorriones pían

bajo la lluvia fresca.

¡Oh, claro, claro, claro!

Dormir es cosa vieja,

y el toro de la noche

bufando está a la puerta.

¡Oh, claro, claro, claro!

Ya están los centinelas

alertas. Y esta fiebre

que todo me lo enreda!

Pero a un hidalgo

no se ahorca; se degüella,

señor verdugo. ¿Duermes?

Masón, masón, despierta.

Nudillos infantiles

y voces de muñecas.

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