Antes de descubrir nuestras respectivas tradiciones, nuestros tres talleres han querido recordarnos la relación histórica y simbólica que tenemos con el solsticio de invierno. Cuando los días realmente comienzan a disminuir, cuando el otoño está aquí con lluvia, a veces nieve y frío, Alsacia, Lorena, Cataluña y Asturias se preparan para el solsticio de invierno.
Durante estos días más cortos, los primeros hombres temían que el sol ya no reapareciera, que no los calentara, y que no los protegiera. Estos rituales sociales nos recuerdan que la vida y la muerte son las dos caras de la misma moneda, que para que una sea posible es necesario que exista la otra. Es el caso del cerdo en Asturias o en Cataluña, que es sacrificado en esta época para afrontar los meses de invierno y el año venidero, su sangre se convertía en símbolo de la vida con los embutidos y otros productos de carne salada.
Las luces de Janucá, el nacimiento de Jesús que los primeros cristianos llamaron «sol justiciæ» (sol de justicia), las luces de los domingos de Adviento… son fiestas que protegerán este miedo ancestral a la desaparición del sol. Es cierto que la apropiación cultural por parte del cristianismo de festividades y divinidades paganas esconde la herencia de sociedades que nos precedieron. Para imponerse mejor, las religiones han hecho coincidir las fiestas religiosas con este período particular que había dejado una marca duradera en los pueblos durante milenios. La fiesta cristiana de la navidad fue trasladada en tiempos del emperador Constantino, del siete de enero al veinticinco de diciembre para presentar a cristo como el verdadero Sol invictus, favoreciendo la aceptación del nuevo culto.
También recordaremos el mito grecorromano de Deméter y Perséfone, a través del cual se explicaba la transformación cíclica de la naturaleza. En Asturias, en noviembre se hace tradicionalmente la esfoyaza (exfoliar el maíz) y la elaboración de la sidra de pomas.
Para nuestros Hermanos españoles, recuérdese que históricamente, Alsacia y Lorena son regiones que se volvieron principalmente hacia el Este. El Sacro Imperio Romano Germánico se anexionó más o menos durante mucho tiempo ambas. Estas dos provincias se convirtieron en francesas sólo a mediados del siglo XVIII, lo que explica por qué las costumbres son diferentes de las de otras regiones francesas. Las celebraciones navideñas no se limitan al 25 de diciembre, se extienden desde San Nicolás el 5 de diciembre hasta la primera semana de enero con los reyes.
Los catalanes celebran Sant Esteve, que tradicionalmente se llamaba Segona Festa de Nadal (todavía se le llama así en las Islas Baleares, o Segon Dia de Nadal en el País Valenciano). Este día siguiente al 25 de diciembre se dedicaba exclusivamente a volver a casa y a descansar. En esta fiesta se suelen comer las sobras del día anterior.
Aquí ahora se agrupan nuestras tradiciones, a veces comunes, a veces diferentes. Usan plantas, usan figuras humanas, ¡todas tienen una contraparte gastronómica para nuestro placer!
El abeto es un elemento central en nuestra expectativa de la luz que reaparecerá. Resulta que es un árbol común en la región Alsacia y Lorena, y que tiene el buen gusto de no perder sus agujas durante el invierno, simbolizando así la perpetuación de la vida vegetal.
El origen histórico del árbol de Navidad está en Sélestat, una pequeña ciudad alsaciana, desde 1521. Primero suspendido de las vigas del techo, el abeto estaba vestido con manzanas rojas, frutos de la tentación y hostias no consagradas, símbolos de redención.
Poco a poco, los abetos se fueron llenando de bredalas, bastones de caramelo, pequeños objetos de madera, bolas de vidrio que reflejaban la luz y velas.
En Asturias, también hay estructuras de madera en forma de pirámide que son decoradas con ramas de árboles de hoja perenne.
Luz otra vez con las coronas de Adviento de Alsacia, cuyo origen es alemán: estas coronas se adornan con ramas de abeto, con especias y rodajas de naranjas secas, organizadas alrededor de 4 velas, encendidas una tras otra los domingos de Adviento, desde el 4 hasta el 24 de diciembre.
La luz siempre, con las bolas de vidrio colgadas del abeto: en 1850, después de una mala cosecha de manzanas, un vidriero de la ciudad de Meisenthal tuvo la idea de soplar bolas de colores como reemplazo. La tradición continúa en las ciudades de Meisenthal, Passavent y La Rochère, que producen una colección de bolas sopladas cada año.
► En la misma línea, el Tió o Tronc de Nadal es un tronco de madera corto, cilíndrico y robusto, adornado con cara, ojos y patas, coronado habitualmente con una barretina catalana. Se le empieza a alimentar cada día (simuladamente) desde el 1 de diciembre hasta el 24 de diciembre. Ese día los niños, tras cantar villancicos, golpean el Tronc de Nadal con varas de madera para que “cague” dulces y golosinas. Actualmente es una tradición infantil que se inició en zonas aisladas del Pirineo Catalán y que se trasladó al resto del país en el siglo XVIII y XIX con las migraciones de población desde las zonas rurales y montañosas hacia la costa y las grandes ciudades.
También, en Alsacia y Lorena, un hermoso tronco de madera se quema en la chimenea o en la estufa de cerámica, el Kachelofen.
La tradición del Tió de Nadal es mucho más antigua. Está asociado a los rituales paganos de abundancia del solsticio de invierno. Inicialmente este tronco se dejaba quemar lentamente en el solsticio de invierno, para posteriormente repartir las cenizas por los campos y las casas como forma de garantizar abundancia de alimentos durante el invierno y unas buenas cosechas en primavera y verano.
El euskara, en el Pais Vasco, usa una gran metáfora para esto puesto que a la Noche Buena se le llama Gabón, «Noche Buena», pero el día de Navidad es Eguberri, que significa «Día Nuevo», puesto que la quema de madera, con la posterior sacralización de sus cenizas, está profundamente ligado con el personaje rey de la Navidad vasca, el Olentzero.
En Asturias igualmente, el Nataliegu consiste en echar al fuego del llar un tronco, generalmente de roble, el veinticuatro de diciembre, conservando después las pavesas y entendiendo que éstas servirían para favorecer la fertilidad de la casa y del ganado, además de como protección contra el mal de ojo. Esta costumbre, con alguna variante, podemos encontrarla en algunos puntos de Europa tan distantes como Serbia o Inglaterra, ya que seguramente sea de origen indoeuropeo.
Los personajes, ya sean verdaderos o legendarios, siempre se evocan durante el período pre-solsticial, luego, desde Navidad hasta el 6 de enero.
San Nicolás, patrón de Lorena, se celebra el 6 de diciembre en las dos provincias de Alsacia y Lorena: con su mula, para la que se reservan zanahorias, pasa por las casas, recompensa a los niños sabios con dulces y naranjas, mientras que el padre Fouettard, Hans Trapp en alsaciano, que lo acompaña, castiga a los sinvergüenzas distribuyendo varas de escoba.
El pesebre que tienen Alsacia y Lorena también representa los actores de la Natividad y está protegido por las ramas bajas del abeto.
Otro de los símbolos más universales de la Navidad es la Estrella de Belén. Es un referente que, en la oscuridad, nos guía hacia la luz, hacia el oriente.
Una de las tradiciones navideñas específicas de Cataluña es el Caganer. A la mayoría nos puede parecer una figura grotesca, escatológica e incluso para los más puristas, irreverente en su lugar en tan preciado teatro sacro de figurillas. Normalmente suele ser un hombre agachado que satisface sus necesidades fisiológicas al aire libre, más o menos escondido, pero siempre buscado por los ojos sabedores y curiosos. Más allá de su posición poco decorosa, su simbolismo es amplio: sus heces fertilizan la tierra, se considera que traen suerte y alegría para el año que está a punto de comenzar, por lo que no colocarlo se cree que puede traer desventura al hogar. ¿Cómo es posible que exista una relación directa entre la defecación y la prosperidad? ¿Cómo explicar que su presencia en el Belén haya sido aceptada por la Iglesia a partir de inicios del siglo XVIII? De hecho, la Iglesia nunca se ha opuesto a su presencia, todo lo contrario.
En la Península Ibérica los Reyes Magos forman una parte integral del ciclo de Navidad. Terminan el seis de enero y hasta esa fecha los niños catalanes tienen vacaciones. El seis de enero los niños se despiertan sobreexcitados y van a buscar el regalo dejado por los Reyes Magos y verifican si el alimento dejado a los camellos ha sido comido. Han asistido la noche antes a su llegada en grandes cabalgatas de carros con lanzamiento de caramelos a la muchedumbre.
Sí, son los Reyes Magos quienes traen los regalos, no el 25 de diciembre sino más bien el 6 de enero. Según la tradición cristiana, los Reyes Magos llegan 12 días después del nacimiento de Jesús, en el momento en que el niño es presentado a los Hombres. Es efectivamente alrededor del 5 y el 6 de enero cuando el aumento de luz se hace más palpable. Para hacer coincidir tradiciones paganas y novedades cristianas, Jesús, acabado de nacer, es declarado la luz del mundo.
Cada uno lleva un regalo simbólico. Melchor, el más mayor lleva el oro porque le fue dicho que este niño será Rey. Gaspar, joven y sin barba trae incienso para homenajear la divinidad de la criatura. Y finalmente Baltasar, negro y barbudo en la actualidad, pero cuyo aspecto no está especificado en las escrituras, ofrece la mirra porque el niño es mortal y será embalsamado según las costumbres de Oriente. Se dice que un cuarto rey, venido de lugares más lejanos y más al Norte llegó tarde a Belén. La tradición publicitaria del siglo veinte quiso convertirlo en Papa Noël, aunque su aparición en un evangelio apócrifo no nos da más información.
En Asturias, l’́aguilandu o mázcares de invierno (en castellano: aguinaldo, mascaradas) es una tradición más viva en los concejos y abarca los días de nochebuena, navidad, año nuevo y reyes. Consiste en que un grupo de mozos recorran el pueblo enmascarados y disfrazados con pieles de animales (osos, gamos, jabalíes, etc.) pidiendo el aguinaldo por las casas, en las que la gente los espera con dulces y orujo. El nombre de mázcares de invierno se debe a que estos chavales van enmascarados de personajes que representan la luz (llamados también los guapos) y la oscuridad. Éstos representan las fuerzas no controladas de la naturaleza. Aquel vecino que les daba dulces o dinero se aseguraba que las cosechas del año iban a ser buenas y que los animales domésticos estaban protegidos.
En la Cataluña francesa, en el Rosellón, se encuentran las fiestas del oso en febrero de tres pueblos del Vallespir, fiestas que tienen mucho en común con el l ́aguilandu, preparan la primavera y acaban de ser declaradas hace unas semanas patrimonio cultural inmaterial de la Unesco.
La región de Alsacia Lorena tiene una gran tradición gastronómica en Navidad. Muchas especialidades culinarias muy conocidas son tradicionales de este período!
El ganso de Navidad, reemplazado gradualmente por el pavo, es ciertamente un plato principal tradicional.Y el foie gras trufado de los mismos gansos no es desconocido para nadie! Los panes navideños, el Stollen, el Hogueil, son elaborados con masa leudada y con frutos secos macerados en alcohol.
El tronco de Navidad, un postre muy conocido en Francia, también decora las mesas del este de Francia, así como los bretzels salados o dulces que tienen la forma de una cadena de unión, los bredalas (pequeños pasteles de mantequilla y especias), y los Leckerlis (panes de jengibre).
Y para beber, aquí está vino negro o blanco caliente aromatizado con anillos de naranja y especias o la cerveza navideña.
Desde el siglo 16, los mercados navideños Christkindlamarik se han celebrado en Alsacia y Lorena. Reemplazaron los mercados de San Nicolás, considerados demasiado «papistas» por los luteranos de la época.
Los mercados navideños se han extendido por toda Francia y Europa, pero respiramos los aromas de vinos calientes, la canela, y los bretzels solo en los tramos de los mercados decorados como sabemos hacer en Alsacia y Lorena.
►El plato que se suele comer en muchas casas catalanas la noche de Navidad es l’escudella, en la cual se encuentra la famosa carn d’olla. La escudella se suele servir en dos partes: la escudella propiamente dicha es una sopa que consiste en un caldo con pasta, arroz o ambos. Y la carn d’olla es toda la carne utilizada en el caldo, luego servida en una bandeja con las verduras utilizadas. Se sirve con un tipo de pasta tradicional especial que tiene forma de caracol y se distingue por su tamaño considerable.
Y por supuesto turrons y neules. El origen de los turrones también se remonta a la Edad Media y proviene de la ocupación árabe de la Península Ibérica. Tres elementos para los turrones : frutos secos, principalmente almendras, claras de huevo, y miel. El turrón de Xixona, originario de Valencia, es marrón, suave y muy aceitoso. Está hecho de polvo de almendra. El turrón de Alicante es muy duro (¡cuidado con los dientes!), y se prepara con miel y muchas almendras enteras. Para acabar, el turrón de Agramunt está hecho con avellanas.
El origen de las neules es legendario, se dice que serían monjas quienes habían endulzado hostias para hacer un postre. A veces se imprimía una oración en ellas. La consistencia ligera y muy crujiente que se derrite en la boca les ha valido el nombre de neules que significa niebla, niebla ligera. Posteriormente la neula se enrolla en forma de puro y se remoja en vino, vino dulce o cava para degustarlo mejor.
El amaguestu de Asturias son castañas asadas, con leche para los niños y con vino requemado o sidra dulce para los adultos. En Asturias se cuentan todavía historias antiguas sobre todo de miedo, de lobos, osos y mozos que cortejan y se arriesgan a pasar bosques tenebrosos en busca de amor. Corean canciones populares y recitan versos que perduran para siempre en la memoria de los participantes.
Esta noche, antes de la medianoche, compartimos nuestras tradiciones, para celebrar con dignidad el solsticio de invierno de 2022, el primero que celebraremos juntos, Hermanos y Hermanas de la Confederación. Celebramos la noche casi la más larga que nos permitirá conocernos aún mejor.
Oriente de Barcelona
Respetables Logias El Trabayu, Lumiere du coeur, Llum i Verdad